17.1.09

hasta que cese la matanza (41)

Restos

He desayunado
pan y cacahuetes;
han traído hojas para firmar.
En lugar de mi nombre hay una x.
El alcalde firma
fumando un cigarrillo.
Yo reflexiono, y descubro
mi inminente deportación.
La oscuridad
anuda los cabos
para ejecutar
mi sentencia.
He desayunado pan y cacahuetes...

I

Examino los motivos,
poco a poco,
en un lento recorrido,
veo las razones, y las imperfecciones.
Me aturde
ésta calor inhumana;
o quizá sólo
me aturda la brisa de una tarde de tregua.
Me sofoca el hecho consumado,
haber llegado a tierra
y tras ser apresado en la playa,
ver la cara del verdugo.
Me irritan los argumentos, y las sin razones: ¿No soy un hombre?

II

Me aturde el trato ingrato,
y el pasillo, y la celda.
He cruzado desiertos, y mares
en busca de la tierra prometida.
Me he jugado la vida
en la terrible travesía,
donde otros perecieron sin llegar al paraíso.
Anuncios, postales de un edén que no encontramos.
He cruzado desiertos y mares en busca de la tierra prometida.

III

La tierra de las libertades...
Este es el ocaso, mi postrimería, o mi aurora.
Mis ojos ven el fracaso de la aventura.
Me separaba de occidente,
un desierto, siete días, ocho noches,
un estrecho de catorce kilómetros
y la intolerancia de los vigías.
Me apalearon sin pausa
los guardianes que en sus casas
acarician a sus mascotas:
perros, gatos, gatas, perras...
Mis huesos ajados
tras la alambrada gritando.

IV

Saltar al otro lado es llegar al paraíso.
Me separaba de occidente,
un desierto, siete días, ocho noches,
un estrecho de catorce kilómetros,
la intolerancia de los vigías, y el color de mi piel.
Tú eres la orilla que yo persigo,
tú eres la esperanza con la que vivo,
tú tienes las alas que necesito.
Tú eres la orilla de mi objetivo.
Me separaba de occidente
la injusticia de los hombres,
los gobernantes corruptos,
y su fieles seguidores.

V

Que por última vez mis ojos vean:
Almas migratorias surcando mares,
murallas, muros, cadenas, y fronteras,
y hombres ilegales,
odios, y envidias, y mafias legales.
Abajo las murallas, las fronteras, los muros, y las cadenas.
En la patera los ojos
iluminados por las intermitencias del faro,
bajo sus pies la costa de Tarifa.
Los corazones oprimidos,
compungidas almas aterradas,
cuerpos temblando de frío, de miedo.

Restos I

Yo soy un resto
de unas piernas
y unos brazos,
y no me queda tronco
donde asentar la cabeza.
Yo soy el náufrago
que se estrella cada noche
en esas playas de blanca arena.
Yo soy pedazos rotos de una esperanza.
La barca se hunde,
caemos a un inexplicable vacío
donde reina una tenebrosa oscuridad.
Yo soy el sol de rayos encendidos.

Restos II

Yo soy un resto
de unas piernas
y unos brazos,
y no me queda tronco
donde asentar la cabeza.

Del Poemario 13 Náufragos
Autor: Salvador Moreno Valencia
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