2.12.05

Una visión personal del Congreso

29 de noviembre de 2005. Estamos en la puerta del Congreso de los Diputados, dentro de poco serán las jornadas de puertas abiertas, pero no estamos ahí por ver el edificio, aunque de todas formas no podríamos. Los invitados, el público de las sesiones, no tienen acceso más que a una escalera para llegar a los palcos.
Hacía tiempo que no nos veíamos, con un verano por medio la actividad se reduce, y aumentan las ganas de vernos. Autónoma, Cisneros y Complutense, otra vez ataviados con la ya conocida camiseta verde para presenciar un espectáculo. Pero un espectáculo por el que hemos luchado mucho. No sé en qué pensaban los demás, pero yo estaba nerviosa. Iba a presenciar algo que, como me diría un compañero de clase, podría ser el día más importante de nuestra vida profesional.
Logramos entrar, buscar puertas de madera que no lo parecen, rojo repintado de azul (¡qué bonita metáfora de la política española!). De repente algo empieza a pitar, el congreso da la alarma cuando alguien se acerca, la ciudadanía es peligrosa para el Estado. Después de que nos cachearan (prometo que esta es la última vez que voy al congreso con panfletos manifesteros) encontramos nuestros sitios. Desde arriba ves los amplios sillones de sus señorías mientras intentas acomodarte en un ridículo espacio. Pronto empieza la sesión, la inicia Manuel Marín, presidente, mientras que Isaura Navarro se acercaba al micrófono central. Aunque no lo necesitaba, las quince personas que había bien podrían haberle escuchado tomando unas cervezas.
Y ahí, con simpleza, porque las verdades mejor se defienden sin metáforas, dijo lo que ya todos sabemos, los psicólogos son profesionales sanitarios, como además lo ha dicho ya incluso el Tribunal Supremo. La licenciatura capacita pero la ley orgánica no lo reconoce, ¡toma ya! Peloteos, los justos. Porque la representante de IU lo único que hizo, fue apelar al sentido común, el menos común de los sentidos del mundo congresual.
La siguiente, siguiendo ahora el orden de menor a mayor, debe de ser la diputada del grupo mixto. Del grupo mixto e iluso porque, sobre la voluntad de utilizar ese sentido común no la retiramos porque si el Gobierno no resuelve algunos de los problemas que siguen sin resolver tendremos que volver a discutir esta cuestión para darle solución. Cómo no les pidan las soluciones a los Reyes Magos…
Y ahí quien no cree en Papá Noel, pero sí en los Reales Decretos, es un real decreto y es el Gobierno quien debe modificar, no este Congreso, no las Cortes Generales porque el PNV quiere dar un margen de confianza a las instituciones que tienen encomendada esa cuestión. Si quien margen de confianza yo se lo doy, por margen que no sea, pero para mí que año y medio ya es margen de sobra.
En estos momentos estaba enfadada, llenando sus señorías diez minutos cada una a través de las cuales ir minando nuestras esperanzas. Pero estos no matan mis ganas de luchar. Ni de reir, que es lo que tuvimos que hacer (por no llorar) cuando vimos que en lugar de la diputada de ERC se había colado en el hemiciclo una exdrogadicta con un intelecto muy tocado por el caballo. Las drogas son muy malas, te hacen decir cosas del tipo otros psicólogos, que no han podido ser clínicos o que no lo quieren ser porque quieren trabajar en la privada y no lo necesitan. Aún así, pudieron afirmar que en este momento no creemos adecuado tomar en consideración esta proposición de ley. No le digo que más adelante, si ustedes le vuelven a presentar, no la podamos votar a favor, pero no actualmente. A mí ese no le digo yo que más adelante me recuerda a aquel “si hay que ir se va, pero ir pa´ná…” Esto son cosas mías, que si no me lo tomo con un poco de humor (aunque no tenga gracia) sería mejor cortarse las venas. Pero eso no, antes de que me jodan más ellos tendrán que sufrir un poquitín, aunque aún no sé cómo. Pero seguro que el diputado de CiU puede darme alguna ideal cuando al reconocer que aquella transaccional de marzo […] no dejó satisfechos al importante colectivo profesional de psicólogos, nos alabó también diciendo que los psicólogos han desarrollado una inteligente y legítima estrategia de información y búsqueda de apoyos en todos los grupos parlamentarios. Y eso es verdad (qué fácil es echarse flores). Creo que antes de comenzar todo esto ignoraba qué el “trabajo” parlamentario se dividiera en comisiones, ahora hasta podría decir hasta algunos portavoces de las mismas. Después de que el catalán se sentará no supe cómo reaccionar. Mientras observaba a la diputada popular acercarse al púlpito (que es donde van los populares) no sabía qué hacer. Toda mi información, todo lo que almaceno en eso que llamamos memoria emocional, no me valía; algo me pedía odiarla, y otro algo apreciarla. Creo que no logré odiarla, pero ni de lejos la aprecié. El “yo no estaría aquí si no fuera por vosotros” inundaba mi cabeza, pero aún así pude oír algunas palabras, como que somos sanitarios y que nos apoyarán siempre que se dé una modificación de su contenido curricular en ciencias de la salud y un proceso de homologación.
Están locos estas señorías. Me cambian mis esquemas sin preguntarme si pueden, un poco de respeto por favor, no puedo cambiar constantemente el punto de mira de mis reclamaciones. Por eso, en consideración a mis quejas, el PSOE ha decidido no cambiar de opinión. Como decía una novia de mi padre, parece que se han puesto un condón en la cabeza, son impermeables a ese sentido común que citábamos en un principio (lo siento de corazón Natha, pero no sé decirlo de otra forma).
Y así, sin signos de vergüenza alguno nos dicen que ni específica ni fundamentalmente la formación pregrado de psicología va dirigida a la atención a la salud y que esta licenciatura no ha sido concebida y estructurada para una formación principalmente sanitaria. Claro que sí, si el psicólogo a lo que se dedica es a arreglar tuberías. Y ya, como colofón nos vomita ahí que sólo la aplicación restrictiva de algunas normas ha dado lugar a casos aislados problemáticos. No me jodas ZP, no me jodas. La ley, o la cumples, o no la cumples. Y es cuando la cumples cuando la cagas, y de paso que nos den por culo.
Yo no sabía qué hacer, de pronto empieza otro debate y pensé, esto ¿no se vota? Como había que esperar nos fuimos a fumar un cigarro fuera (o dos, que los nervios son los nervios). Llega un momento en el que piensas que quizá, si faltan más personas del PSOE que del PP, quizá… Pero sabes que no, bueno, mi cabeza sabía que no, pero yo hace mucho que no hago caso a mi cabeza. Por eso me sorprendí cuando vi el resultado: el sentido común perdió con 143 votos frente a 169. No hubo abstenciones. Y lo escribo ahora, porque no me veis hacerlo, que estuve a punto de llorar, de pena, de rabia, de…
Dani, de repente, fue a gritar algo, pero los gritos deben ser breves, muy breves, así que sólo le dio tiempo a gritar el PSOE nos antes de que un ujier le agarrara del cuello de la camiseta y le echara para atrás. No nos engañemos, la libertad de expresión la tiene quien la tiene y la presunción de ser gente no-delincuente nos la podemos meter por donde nos quepa.
Después del semi grito de Dani “decidimos” irnos. A por una caña, no sin antes mandar mensajes a colegas incitando a la lucha, hemos perdido una batalla (y 2, y 3) pero yo no me rindo, jóder, que soy de IU, el fracaso no suele hundirnos, nos vacunamos de él al afiliarnos.
Durante la caña intentamos dilucidar cómo cambiar el mundo, o la LOPS, que para mí, ahora mismo, vienen a ser equivalentes.
Después de esa caña, vinieron unas cuantas más, y sangria. El PSOE fomenta nuestro alcoholismo. Pero esto ya es historia aparte.
NO A LA LOPS JUNTOS (Y REVUELTOS) PODEMOS

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